Es tiempo
de soltar amarras...
Aquí dejo
todo lo que me hace daño.
Es tiempo
de ser más fluido con la gente, conmigo mismo.
Es momento
de dejar ir, de permitir que el viento me despeine y me sacuda; que se lleve el
resentimiento, que mi alma perdone deudas y deudores.
Es tiempo
de que me perdone a mí mismo; ya me regañé bastante.
Fueron
muchas las piedras que yo mismo puse en mi camino; los puentes dinamitados...
Para autocastigo ya estuvo bien; elijo el camino
de la aceptación; es más barato.
Acepto y entiendo que merezco empezar de cero; con
alma transparente, y espíritu tranquilo.
En mi vida, a partir de ahora, lo que ha de ser,
será.
Entiendo
que por más que me angustie, no agregaré un centímetro a mi estatura; Jesús
tenía razón.
Es tiempo de relajarme. Dios no me está juzgando.
Así que,
¿por qué habría yo de hacerlo?
Es hora de
levar anclas... De liberar cosas, de soltar gente.
Nadie
tiene porque ser como yo quiera. Así están perfectos.
Así ha
funcionado hasta este momento su vida.
¿Qué mejor
prueba podría pedir para convencerme?
Me dedico a atender lo mío, a refundarme.
Viene bien
tirar lo que ya no sirve, perdonar.
Entre ser
feliz y tener razón, elijo lo primero.
Tener la
razón es el peor de los desgastes, pues te quita el sueño intentando corregir
al universo.
Es hora de
soltar amarras, de confiar más en el Universo y menos en la apariencia de este
mundo convulso.
Me dejo
ir. La vida me conduce.
Quiero comenzar de nuevo con un corazón joven, que
brinque de gusto con los cantos que anuncian el día.
Como
cuando éramos niños. ¿Te acuerdas?
Un alma que sea capaz de asombrarse con el
amarillo de los girasoles, de ver en el cielo un milagro pintado de azul y no
solo un día más, llano y simple.
Es tiempo
de soltar, amarras y maravillarme.
He estado
demasiado ocupado para ver las estrellas.
Elijo mirar la sonrisa del sol.
Elijo abrazar al aire.
Me ama lo
suficiente para mantenerme con vida.
¿Qué mejor
prueba de amor?
Afortunadamente, se me dio la facultad de elegir.
Elijo controlar a mis propios demonios.
Es más...
he decidido darles vacaciones.
Es tiempo
de soltar amarras, de levar anclas, de dejarme en paz.
De tanto
pelear conmigo mismo, se me está olvidando a que sabe la sonrisa.
Qué estupendo es cuando no controlas a nadie,
cuando no pides cuentas, cuando tiras a la basura los rencores.
A partir
de ahora quiero ser más justo; la vida no es un tablero de ajedrez, ni las
personas, caballos o alfiles.
Trato a la
gente como me gustaría que me trataran.
Si algo nos debemos, te ofrezco un abrazo, te pido
una disculpa.
Yo ya me
perdoné.
¿Podrías hacerlo tú también? Yo te invito.
Renovación
es una palabra muy comprometedora...
¡Te obliga
a caminar sin excusas!.
Sin nadie
a quien echarle la culpa de nada.
Pero
definitivamente es el camino al cielo.
Nada es casualidad, no hay accidentes en el mundo
de la voluntad.
Por eso, sea cual sea la razón por la que estés leyendo estas líneas, elijo
creer que el universo nos permitió crear este lazo, aun cuando ni siquiera nos
hayamos visto.
Elijo creer que estemos dispuestos a sembrar más
sonrisas en nosotros mismos y en la gente.
Te deseo que, ahora y siempre, estés lleno de
bendiciones.
Si sueltas tus amarras, tendrás las manos libres
para recibirlas.
(Autor
anónimo)