El tótem del águila en muchas antiguas culturas ha representado al Ser. Te indica que es tiempo de reencontrarte con tu camino espiritual, que no es otra cosa que experimentar la presencia de lo esencial que eres. El vuelo del águila pues nos sugiere esperanza en nuestro corazón y gratitud para la mente, una vibración imprescindible para trascender lo mundano y egoico.
Nos invita a reconocer las oportunidades que te brinda la vida para contemplar desde las alturas y no identificarte en exceso con las circunstancias por las que pasamos, que son simplemente oportunidades para aprender y evolucionar. En los sueños nos advierte que debemos valorar lo que en verdad es útil y esencial. En consecuencia, desde el punto de vista chamánico, el tótem del águila simboliza la regeneración del alma humana. Este animal puede llegar a vivir 70 años, mas cuando cumple los 40 sus uñas se vuelven demasiado largas y débiles, sus plumas demasiado espesas, por lo que no puede volar ni alimentarse bien. Es entonces cuando toma una valiente decisión: se refugia en lo alto de una montaña y golpea su pico contra las rocas para arrancárselo. Asimismo, se arranca sus viejas uñas y se desprende de sus viejas plumas, en un doloroso proceso que duras 6 meses.
De esta forma el águila vuelve a rejuvenecer, transformándose a sí misma. Nos invita pues a surcar el camino de la regeneración, que implica dejar lo viejo para que lo nuevo pueda darse en tu vida. El sendero que es verdaderamente iniciático nos lleva a una alquimia interior, a un proceso de cambio y transformación que requiere «sacrificio», el sagrado oficio que vibra permanentemente en la naturaleza y que es la única forma de trascender nuestras condiciones y carencias personales.
(Fragmento del libro «El humus humano, viaje mítico hacia la Totalidad» Antonio Carranza)
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