lunes, 18 de febrero de 2019

Ho'oponopono. Bendecir


Bendecir es una secreta tradición del espíritu de Aloha, que los hawaianos practican constantemente para sintonizarse con la energía del amor, que les ayuda a vivir en paz y en armonía con los demás y el entorno.
   Para poder experimentarlo, podemos conectar con el espíritu de Aloha simplemente tomando la secreta costumbre de bendecir a todos y a todo lo que vemos en los demás y que representa lo que queremos para nosotros. Bendecir algo implica reconocer o resaltar cualquiera de sus cualidades o condiciones positivas con la única intención de que lo bendecido se incremente o empiece a hacerse realidad.
   La palabra “bendecir” significa “bien decir”, decir bien de todo y de todos. Representa desear el mayor bien para los demás sinceramente desde lo más profundo del corazón. Al bendecir estamos invocando el poder divino y la protección para la persona o situación que bendecimos.
   Cuando bendecimos elevamos una petición al espíritu para que le sean concedidos a la persona abundancia de bienes materiales y espirituales. Al hacerlo, estamos creando un puente de luz y de amor entre el cielo y la tierra que proporcionará el mayor bien en cada momento, según sea la necesidad.
   Bendecir entraña consagrar bienes, personas o animales. Es decir, recordarles que son sagrados hijos del amor. Cuando bendecimos algo significa que lo entregamos al cuidado del poder divino con la total confianza de que este lo preservará del mal. Bendecir es una actitud del alma que reconoce su verdadera naturaleza y está agradecida a la vida y a todo lo que la rodea.
   Es imposible bendecir y al mismo tiempo estar juzgando o criticando. De manera que si adoptamos esta bella costumbre, los cambios no se harán esperar en nuestro sentir interior y en nuestra existencia exterior. En el acto de bendecir se encuentra implícito el agradecimiento, una de las actitudes más poderosas que conozco para conectar con el flujo de infinita abundancia del universo.
   Experimentar los beneficios de esta tradición en la propia vida es muy sencillo. Sólo hay que adoptar la costumbre de bendecir a todos, derramar las bendiciones sobre su salud, su belleza o sus finanzas, desear lo mejor para sus asuntos y relaciones. Lo maravilloso de esta actitud es que todas las bendiciones que entregamos vuelven a nosotros multiplicadas, derramándose también en nuestra propia existencia. Es imposible practicar el arte de bendecir cada día y que tu vida no cambie para bien. Compruébalo por ti mismo.
   Bendecir nos hace apreciar y valorar todo  lo que tenemos. Hacernos conscientes de ello nos permite apreciarlo de verdad y sentirnos agradecidos. Te invito a que lo experimentes. Cada día al levantarte y antes de empezar la jornada derrama tus bendiciones a todos los que comparten tu vida y a todo lo que te rodea y te hace la vida más fácil y agradable. La primera bendición del día es para ti. Bendice a tu cuerpo y a todas tus células, órganos y tejidos. Después bendice tu hogar, incluyendo a todo aquello  que te presta un servicio. Bendice a la cama, los muebles, la cocina, la nevera, el agua de la ducha, el coche. Bendice a tu trabajo, el despacho, los compañeros, la empresa (sin olvidar al jefe). Bendice a todas las personas de tu familia: padres, esposos, hijos, amigos, amantes y en especial a aquellas con las que tienes algún problema. Bendice a la naturaleza, el barrio, el pueblo, el país. Que tus bendiciones alcancen también aquello que te disgusta en la vida.
   Cuando bendecimos a las personas que nos muestran antipatía o agresividad, cortamos el flujo de energía negativa desde su origen. Si no sabemos como canalizar adecuadamente el enfado y la ira, inconscientemente buscamos con quién confrontarla para soltarla y quedarnos tranquilos. De esta forma, atraemos a nuestra realidad  las situaciones adecuadas para poder expresarla. Al bendecir la situación y no reaccionar con agresividad, cortamos el círculo vicioso y así anulamos el proceso desde la raíz. Mientras bendecimos estamos sembrando conscientemente el mayor bien para todo y para todos. Y eso, inevitablemente, se traduce en un mayor bienestar y prosperidad en nuestras vidas.
   Bendiciendo a diario, como una constante invocación interior, se activa el flujo de la energía universal, la energía espiritual del amor, la abundancia, la salud, la belleza o cualquier cosa que deseamos que se propague y se multiplique constantemente.
   Por otra parte, el hecho de bendecir, incrementa la energía del amor en la relación con nosotros mismos, los demás o el medio que nos rodea. Desde el punto de vista

energético, el amor es una fuerza de unión y cuando vibramos con esta energía automáticamente nos sentimos unidos y esto genera bienestar y felicidad para todos.
AUTORA: María Carmen Martínez Tomás
Extracto de su libro Ho'oponopono.


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