Bendecir es una secreta tradición del espíritu de Aloha,
que los hawaianos practican constantemente para sintonizarse con la energía del
amor, que les ayuda a vivir en paz y en armonía con los demás y el entorno.
Para poder experimentarlo, podemos conectar
con el espíritu de Aloha simplemente tomando la secreta costumbre de bendecir a
todos y a todo lo que vemos en los demás y que representa lo que queremos para
nosotros. Bendecir algo implica reconocer o resaltar cualquiera de sus
cualidades o condiciones positivas con la única intención de que lo bendecido
se incremente o empiece a hacerse realidad.
La palabra “bendecir” significa “bien
decir”, decir bien de todo y de todos. Representa desear el mayor bien para los
demás sinceramente desde lo más profundo del corazón. Al bendecir estamos
invocando el poder divino y la protección para la persona o situación que
bendecimos.
Cuando bendecimos elevamos una petición al
espíritu para que le sean concedidos a la persona abundancia de bienes materiales
y espirituales. Al hacerlo, estamos creando un puente de luz y de amor entre el
cielo y la tierra que proporcionará el mayor bien en cada momento, según sea la
necesidad.
Bendecir entraña consagrar bienes, personas
o animales. Es decir, recordarles que son sagrados hijos del amor. Cuando
bendecimos algo significa que lo entregamos al cuidado del poder divino con la
total confianza de que este lo preservará del mal. Bendecir es una actitud del
alma que reconoce su verdadera naturaleza y está agradecida a la vida y a todo
lo que la rodea.
Es imposible bendecir y al mismo tiempo
estar juzgando o criticando. De manera que si adoptamos esta bella costumbre,
los cambios no se harán esperar en nuestro sentir interior y en nuestra
existencia exterior. En el acto de bendecir se encuentra implícito el
agradecimiento, una de las actitudes más poderosas que conozco para conectar
con el flujo de infinita abundancia del universo.
Experimentar los beneficios de esta
tradición en la propia vida es muy sencillo. Sólo hay que adoptar la costumbre
de bendecir a todos, derramar las bendiciones sobre su salud, su belleza o sus
finanzas, desear lo mejor para sus asuntos y relaciones. Lo maravilloso de esta
actitud es que todas las bendiciones que entregamos vuelven a nosotros
multiplicadas, derramándose también en nuestra propia existencia. Es imposible
practicar el arte de bendecir cada día y que tu vida no cambie para bien.
Compruébalo por ti mismo.
Bendecir nos hace apreciar y valorar
todo lo que tenemos. Hacernos conscientes de ello nos permite apreciarlo
de verdad y sentirnos agradecidos. Te invito a que lo experimentes. Cada día al
levantarte y antes de empezar la jornada derrama tus bendiciones a todos los
que comparten tu vida y a todo lo que te rodea y te hace la vida más fácil y
agradable. La primera bendición del día es para ti. Bendice a tu cuerpo y a
todas tus células, órganos y tejidos. Después bendice tu hogar, incluyendo a
todo aquello que te presta un servicio. Bendice a la cama, los muebles,
la cocina, la nevera, el agua de la ducha, el coche. Bendice a tu trabajo, el
despacho, los compañeros, la empresa (sin olvidar al jefe). Bendice a todas las
personas de tu familia: padres, esposos, hijos, amigos, amantes y en especial a
aquellas con las que tienes algún problema. Bendice a la naturaleza, el barrio,
el pueblo, el país. Que tus bendiciones alcancen también aquello que te
disgusta en la vida.
Cuando bendecimos a las personas que nos
muestran antipatía o agresividad, cortamos el flujo de energía negativa desde
su origen. Si no sabemos como canalizar adecuadamente el enfado y la ira,
inconscientemente buscamos con quién confrontarla para soltarla y quedarnos
tranquilos. De esta forma, atraemos a nuestra realidad las situaciones
adecuadas para poder expresarla. Al bendecir la situación y no reaccionar con
agresividad, cortamos el círculo vicioso y así anulamos el proceso desde la
raíz. Mientras bendecimos estamos sembrando conscientemente el mayor bien para
todo y para todos. Y eso, inevitablemente, se traduce en un mayor bienestar y
prosperidad en nuestras vidas.
Bendiciendo a diario, como una constante
invocación interior, se activa el flujo de la energía universal, la energía
espiritual del amor, la abundancia, la salud, la belleza o cualquier cosa que
deseamos que se propague y se multiplique constantemente.
Por otra parte, el hecho de bendecir, incrementa la energía del amor en la
relación con nosotros mismos, los demás o el medio que nos rodea. Desde el
punto de vista
energético, el amor es una fuerza de unión y cuando
vibramos con esta energía automáticamente nos sentimos unidos y esto genera
bienestar y felicidad para todos.
AUTORA: María Carmen Martínez Tomás
Extracto de su libro Ho'oponopono.
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