Cada uno de nosotros tenemos el arquetipo del mago en nuestro interior . Con este blog, pretendo que ese mago que llevamos dentro salga para que nos acompañe y nos haga fácil vivir esa magia de nuestra vida cotidiana. está abierto a toda sugerencia y enseñanza, podemos entre todos recorres este camino, el recordar que somos nuestros propios Magos. La mayoría del contenido esta cogido de internet.
lunes, 12 de agosto de 2019
viernes, 9 de agosto de 2019
jueves, 8 de agosto de 2019
Nuestros éxitos en la vida.- Bert Hellinger
Nuestros éxitos en la vida.- Bert Hellinger
El nacimiento
El primer y decisivo éxito para nosotros fue nuestro nacimiento. Lo logramos de la mejor manera y la más amplia cuando debimos salir a la luz por nuestros propios medios y el nacimiento ocurrió sin intervención externa. Aquí debimos demostrar por primera vez nuestra capacidad de imponernos. Este éxito seguirá repercutiendo por el resto de la vida. De esa experiencia obtenemos la fuerza para más tarde poder imponernos con éxito.
¿Me estoy yendo muy lejos? ¿Qué tiene que ver este éxito con nuestros posteriores éxitos en nuestro trabajo y en nuestra profesión? ¿Realmente nuestro éxito posterior depende en gran parte de este primer éxito?
¿Cómo se comporta más tarde un niño y un adulto que llegó al mundo a través de una cesárea o que debió ser extraído con fórceps? ¿O cuándo vino al mundo prematuramente y debió permanecer las primeras semanas -o tal vez meses- de su vida en una incubadora? ¿Qué sucede más tarde con su independencia y su capacidad de imposición?
Por supuesto que las consecuencias de estas experiencias pueden ser superadas, por lo menos parcialmente. Como sucede con todas las dificultades y cargas pesadas también podemos ganar de ellas una fuerza extraordinaria.
Sin embargo, al mismo tiempo ellas establecen límites y se convierten en un desafío que podremos superar con mayor facilidad si reconocemos sus raíces y más tarde de alguna manera conseguimos recuperar lo que nos falta, con frecuencia con ayuda exterior.
Encontrar y tomar a la madre
El segundo acontecimiento decisivo y el siguiente éxito es el movimiento hacia la madre, ahora como un otro que nos lleva a su pecho y alimenta. Con su leche nosotros sacamos vida de ella.
¿Qué es lo que aquí nos enseña a ser exitosos y preparados para éxitos posteriores en nuestra vida y nuestra profesión?
Poder tomar a nuestra madre como la fuente de nuestra vida, con todo lo que fluye de ella hacia nosotros. Con ella nosotros tomamos nuestra vida. Y la tomamos tanto como la tomamos a nuestra madre.
Ese tomar es activo. Tenemos que mamar para que su leche salga. Tenemos que llamarla para que venga. Tenemos que alegrarnos por lo que ella nos da. A través de ella seremos ricos.
Más tarde en la vida se demuestra: quien logró tomar a su madre de esa forma será exitoso y feliz. Pues de la misma manera como alguien se relaciona con su madre se relaciona con su vida y su profesión. Con la misma intensidad con la que él rechaza a su madre rechaza la vida, su trabajo y su profesión. De la misma manera y con la misma intensidad la vida, su trabajo y su profesión también lo rechazan a él.
Así como alguien se alegra de su madre, así se alegrará de la vida y de su trabajo. Así como su madre le da, siempre más cuando él toma de ella con amor, en la misma medida su vida y su trabajo le regalarán éxito.
Quien tiene reparos con su madre, también los tendrá con la vida y la felicidad. Así como la madre, como consecuencia de sus reparos y su rechazo se aleja de él, así se alejarán la vida y el éxito.
¿Dónde comienza nuestro éxito? Comienza con nuestra madre.
¿Cómo llega el éxito a nosotros? ¿Cómo puede llegar? Cuando nuestra madre puede venir a nosotros y nosotros la honramos como nuestra madre.
El movimiento hacia la madre
Para muchos alguna experiencia temprana se opone a que puedan tomar a la madre. Ellos vivieron una temprana separación de la madre. Por ejemplo, si ella tuvo que estar ausente por un tiempo, o si estuvo enferma y debió estar en rehabilitación, o si fuimos nosotros quienes estábamos enfermos y ella no podía visitarnos. Esa experiencia tiene como consecuencia una profunda modificación de nuestro futuro comportamiento. El dolor de la separación y el desamparo, la desesperación por no tenerla, por no poder recurrir a ella en los momentos en que la hubiésemos necesitado lleva a una decisión interna. Por ejemplo, “Yo renuncio a ella”. “Yo me mantengo a distancia de ella”. “Yo me aparto de ella”. Cuando el niño puede regresar con su madre, con frecuencia la evade. Por ejemplo, no se deja acariciar y se cierra a ella y a su amor. Él espera en vano por ella y cuando ella intenta acercarse y tomarlo en sus brazos él la rechaza, interiormente y a veces también exteriormente.
Las consecuencias de un movimiento interrumpido hacia la madre
La interrupción temprana del movimiento hacia la madre trae aparejadas graves consecuencias para la vida posterior y para nuestro éxito. ¿Cómo es esto en detalle?
Cuando estos niños más tarde quieren dirigirse a alguien, por ejemplo a una pareja, su cuerpo les recordará el trauma de la separación temprana. Entonces su movimiento se detiene. En lugar de dirigirse a su pareja ellos esperan que ésta se acerque a ellos. Cuando la pareja realmente se acerca, ellos con frecuencia apenas soportan su cercanía. De una u otra manera la rechazan en lugar de darle con alegría la bienvenida y abrirle los brazos. Ellos lo padecen y sin embargo consiguen abrirse con muchas vacilaciones, y si esto ocurre, es sólo por un breve lapso.
Lo mismo les sucede con su propio hijo. A veces tampoco soportan fácilmente su cercanía.
¿Cuál sería la solución para ellos? Ese drama sólo puede ser superado allí donde comenzó. En realidad, detrás de cada trauma hay una situación en la cual fue imposible un movimiento que hubiese sido imprescindible, lo que hace que permanezcamos en esa situación como petrificados o paralizados, sin movimiento.
¿Cómo se resuelve un drama como este? Será resuelto en nuestro sentimiento y en nuestro recuerdo cuando nosotros recuperemos interiormente, a pesar del miedo que nos genera regresar a esa situación y al movimiento que entonces resultó frustrado o interrumpido.
¿Qué significa esto para un movimiento interrumpido prematuramente hacia la madre
retrocedemos a la situación de ese momento, volvemos a ser el niño de entonces, miramos a aquella madre y, a pesar del resurgente dolor y la desilusión y la furia de entonces, damos un pequeño paso hacia ella – con amor.
Cuando nos detenemos, la miramos a los ojos y esperamos hasta sentir en nosotros la fuerza y el coraje para dar el próximo pequeño paso, hasta finalmente caer en los brazos de nuestra madre, ser abrazados y sujetados por ella, para al fin volver a ser completamente uno con ella y poder estar a su lado.
Más tarde probamos –también aquí interiormente- si logramos ese movimiento hacia nuestra pareja amada. La miramos a los ojos y en lugar de esperar damos el primer pequeño paso hacia ella. Después de un rato, cuando hemos juntado suficiente fuerza, damos un segundo paso. Así, lentamente, avanzamos hacia ella, paso a paso, hasta poder tomarla en nuestros brazos y ella a nosotros, hasta que la sujetamos y dejamos que ella nos sujete, felices y sin prisa.
El movimiento hacia el éxito
¿Por qué lo describí tan en detalle?
Un movimiento interrumpido hacia la madre se evidencia más tarde como una traba decisiva para el éxito en nuestro trabajo, nuestra profesión y nuestra empresa. También aquí es importante que no nos quedemos esperando que el éxito venga hacia nosotros en lugar de ir hacia él. Por ejemplo, cuando esperamos por la recompensa sin haber realizado antes la correspondiente tarea, cuando mandamos a otros en lugar de usar nuestras propias manos y tendemos a retraernos en lugar de ir hacia una persona o hacia un trabajo con alegría. Todo éxito tiene la cara de la madre.
Entonces primero vamos interiormente hacia nuestro éxito y hacia otras personas, preparados para hacer algo por ellos, preparados para servirlos en lugar de dudar y quedarnos parados esperando que sean ellos quienes se muevan.
Por lo tanto vamos hacia ellos, vamos hacia nuestro éxito, paso a paso, y en cada paso sentimos a nuestra madre cariñosa detrás de nosotros. Unidos a ella estamos preparados para nuestro éxito y lo alcanzamos, así como alcanzamos a nuestra madre. La alcanzamos primero a ella y luego a él.
El cariño.-Nuestro cariño es un movimiento que comienza en el corazón. Nos resulta sencillo si anteriormente hemos logrado querer a nuestra madre.
¿Pero qué sucede cuando algo se opone a ese cariño o cuando fue interrumpido prematuramente? Cuando en lugar de dedicarnos a otros -y también a nosotros mismos- con amor y respeto nos apartamos de ellos, entonces la aversión se convertirá interna y externamente en un movimiento fundamental de nuestras relaciones, también en nuestra relación con el éxito.
La pregunta es: ¿cómo podemos revertir ese movimiento que nos aleja en otro de dedicación a nuestra vida, a otras personas, a nuestro éxito y a nuestra felicidad?
Les propongo un ejercicio interior y un movimiento con cuya ayuda ustedes podrán percibir el movimiento de retracción en vuestro cuerpo, primero interiormente, para luego poder revertirlo en un amplio movimiento atento y dedicado.
Aquí el procedimiento en detalle:
1. Nos sentamos derechos en el borde de una silla, exhalamos profundamente por la boca e inhalamos profundamente por la nariz. Mantenemos los ojos abiertos y repetimos esa respiración dos veces. Después cerramos los ojos y respiramos con normalidad. Nuestras manos están abiertas apoyadas en nuestros muslos con las palmas hacia arriba.
2. Lentamente estiramos los brazos y las manos hacia delante, yendo hacia alguien. Nos mantenemos sentados y derechos, sentimos como nuestra espalda se yergue cada vez más cuanto más estiramos los brazos hacia delante. En nuestra imaginación estiramos los brazos hacia nuestra madre.
3. Mientras nos mantenemos en esa posición tomamos conciencia de cuántas maneras diferentes nosotros en nuestra vida nos hemos alejado de otros en lugar de habernos dedicado a ellos. Permanecemos en esa posición aunque en ese instante pueda resultarnos difícil. Movemos nuestros brazos y nuestras manos abiertas más hacia delante y conservamos nuestra espalda derecha.
4. Lentamente y con cuidado abrimos los ojos. Sin movernos percibimos nuestro entorno como un todo y como un todo nos entregamos a él hacia delante, hacia la derecha y la izquierda y también hacia atrás.
5. Abrimos nuestros oídos, listos para oír todo y a todos, oír lo que otros nos quieren comunicar y junto con ellos nos descubrimos atentos a nuestra madre y a muchas personas más, con amor y esperanza, dedicados y uno con ellos.
6. Volvemos a hacer tres respiraciones profundas. Primero exhalamos y luego profundamente tres veces inhalamos y exhalamos. Permanecemos erguidos, con la espalda derecha, sentados y levemente inclinados hacia delante.
7. De pronto nos sentimos unidos a muchas personas de un modo distinto, con los ojos bien abiertos y fulgurantes y los oídos bien abiertos, sentimos que estamos atentos a ellos pero de un modo distinto. También en relación con aquellos con quienes estamos unidos por nuestra profesión y nuestra empresa.
¿Qué sucede ahora con nuestro éxito? ¿Falta mucho para que llegue? ¿Qué sucede con nuestra alegría y nuestra felicidad? También ellas vuelven su mirada hacia nosotros, como nuestra madre.
domingo, 4 de agosto de 2019
La diferencia entre querer y amar explicada por El Principito
La diferencia entre querer y amar explicada por El Principito
Querer y amar son ambos sentimientos
maravillosos pero, sin duda, distintos. Todos (o casi todos), tenemos un
propósito firme e intangible en nuestra vida: amar a alguien con todas nuestras
fuerzas.
Pensamos en esto y lo deseamos
fervientemente por el simple hecho de que pensamos que la consecución de estos
objetivos nos encamina a la felicidad. No nos equivocamos al pensar que el
apego saludable es indispensable para recorrer nuestro mundo.
Sin embargo, por diversas
razones, acabamos confundiendo el querer con el amar y viceversa. Como
consecuencia de esta confusión llenamos nuestra mochila emocional de falsos “te
quiero” y de “te amo” vacíos.
La sabiduría emocional
que encierran los diálogos en el Principito
Saint-Exupèry nos brinda un
magnífico pasaje en El Principito que podemos traer aquí con el objetivo de
aportar luz sobre esta poderosa realidad emocional que nos afecta a casi todos
en un momento u otro de nuestra vida.
—Te amo —le dijo el Principito.
—Yo también te quiero —respondió la rosa.
—Pero no es lo mismo —respondió él, y luego continuó— Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
—Yo también te quiero —respondió la rosa.
—Pero no es lo mismo —respondió él, y luego continuó— Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Querer es esperar, es apegarse
a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no
tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos
corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo
expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El
problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras
motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo.
Cuando una persona dice que ha
sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por
apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro
placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse,
desinteresado, solo se da en el conocimiento.
Solo podemos amar lo que
conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y
el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de ti, de tus
alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error.
Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para
momentos de alegría.
Amar es la confianza plena de
que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión
egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el
tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi
corazón para que te quedes como pareja, padre, madre, hermano, hijo, amigo y
saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el
contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y
dejarse amar.
—Ahora lo entiendo —contestó
ella después de una larga pausa.
—Es mejor vivirlo —le aconsejó el Principito
—Es mejor vivirlo —le aconsejó el Principito
Otra preciosa explicación
relacionada con la diferencia de la que hablamos es aquella que las enseñanzas
budistas nos ofrecen. En ellas se afirma sabiamente que si quieres a una flor,
la arrancas para tenerla contigo, y si “amas” a una flor, la riegas todos los
días y la cuidas.
En definitiva, cuando amamos a
alguien le aceptamos tal cual es, permanecemos a su lado y buscamos dejar posos
de felicidad y de dicha en cada momento. Porque los sentimientos para ser puros
e intensos tienen que venir de muy adentro.
Por eso es esencial hacer un
ejercicio de trabajo interior y cuestionarnos si lo estamos haciendo bien, si
estamos gestionando bien nuestros apegos y nuestros sentimientos o, por el
contrario, estamos confundiéndonos por el deseo de ponerle palabras duraderas y
profundas a nuestras relaciones.
Raquel Aldana
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