Le temo a la mujer en la que me voy convirtiendo, porque es la que sabe tejer y destejer realidades, porque es la que deja de idealizar para empezar a caminar, porque siempre quise que todo sea hermoso y perfecto, color frambuesa, olor lavanda, sonrisa de miel, y no hacía más que atascar en mi garganta las lágrimas, los me duele, los basta.
Y hoy, viene la anciana que un día seré y me dice que todo está bien.
Respiro.
Me está creciendo nueva piel, una piel más fuerte, más buitre, más halcón, más sabia, más honesta, brutalmente honesta, y también más solitaria, y por ello amo más genuinamente.
Yo soñaba con cosas imposibles, y no, no reniego de mis sueños ni los incapacito, tan sólo que, me cansé de buscar el imposible por temor a lo posible.
Hoy sé que también soy tierra, y también soy ciclo, y ya no anhelo un mundo que aún no existe, lo que anhelo es sentir mi sangre recorrer el paisaje que me viste y desviste, hacer el amor conmigo, con el viento y con el mar, inhalar y exhalar consciente, tomar la vida que ya está y empezar a caminar.
Puedo abrazar lo que soy…
Ese abrazo soñado y rezado por siglos…
Aquí estoy, siendo la que soy.
Tomada del muro
Medicina Ancentral
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