Dice un antigua leyenda, que cada mujer en el parto, abandona su cuerpo y viaja a las estrellas para recoger el alma de su hija o hijo, para regresar a la tierra juntos. Después de ese viaje, después de ese vuelo profundo y sublime, la madre jamás vuelve a ser la misma. De regreso ella viene convertida en loba, en mariposa, en delfín, en luna, en sol, en tierra y en viento, es todo en la tierra y en todos los multiversos. Llega convertida en el misterio eterno de la vida convertida en luz. Somos una nave perfecta que trae a la humanidad entera y a todos los humanos alados arcoíris.
La maternidad te regala gran parte de la destrucción del ego, ya que ahora tu misión es más clara que nunca, proteger, cuidar, amar y anclar incondicionalmente a todas las almas y a todos los seres vivientes. En sus hijas e hijos, ve reflejado a todo ser, incluso a ella misma. Por eso, respeta, cuida, honra y ama a los animales, a los humanos hombres y mujeres sin distinción, a las plantas, cristales y a todos por igual. Ve en cada uno, una semilla de luz resplandeciente llena de magia, belleza y el milagro más sublime materializado en amor.
Embarazada y amamantando, eres más mamífera que nunca, más tu que nunca, estás en tu máximo esplendor, donde brota una expansión del corazón. A través de tus pechos cargados del elixir más dulce, suave y nutritivo, creas la alimentación perfecta y así eres el manantial y si, de ti brotan cascadas, cascadas del más puro amor, infinito y eterno.
Las mujeres, aunque no sean madres en esta vida de hijos e hijas, fueron en tantas otras vidas, además somos madres de nuestros perros, de proyectos y de toda creación artística existente. Todas somos madres eternas por el solo hecho de llevar nuestro útero cuenco mágico, visible o invisible. Bendita mujer, bendita madre, bendita Diosa creadora y de la creación.
Gracias a los hombres por entregarnos una parte de ellos, su semilla divina y así acompañarnos a crear la alquimia de la vida, convertidos en nuestros padres, hijos, compañeros de vuelos y de caminos, amigos, amados y amantes. Gracias por poner de su parte y compartir juntos el misterio de la vida, cómplices del amor.
R i s h i m a L e m u r i a
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