Ese día, aprendí a cambiar mi mirada crítica, esa que siempre me hacía sentir insegura y pequeña, por una mirada de amor, en la que me permitía equivocarme; sólo así podía aprender. Me di cuenta de que mis errores me hacían grande. Descubrí que el amor que pedía a los demás tenía que aprender a dármelo primero a mí. No hay mejor manera de poder amar a los demás, que amándose a uno mismo.
El día que me enamoré de mí, dejé de sufrir. Comprendí que sufrir siempre era una elección, consecuencia de aferrarse a algo que no era tuyo. Acepté el dolor de las ausencias y rechacé el sufrimiento de las despedidas eternas. Descubrí que amar es cuidar, el día que me enamoré de mí, me permití disfrutar, sentirme merecedora de todo lo bueno que la vida tenía para mí y aceptar todo lo que la vida me quería enseñar.
No tengas miedo de conocer a esa persona que te mira en el espejo.
El día que te enamores de ti, despertarás a la VIDA.
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