Para poder conocernos y para poder conocer a otras personas tenemos que dejar de juzgar.
Nuestro juicio parte siempre de la experiencia pasada. Imponemos el pasado al presente. Ponemos un filtro y vemos a través de esos juicios. Cuando hacemos esto, se activa la red neuronal por defecto, que nos impide captar los datos que están sucediendo.
En cambio, cuando suspendemos el juicio y nos abrimos a explorar con una mente curiosa, se activa la red ejecutiva central, que no solo nos permite captar muchos más datos de lo que sucede, sino que además mejora nuestra salud.
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